viernes, 25 de septiembre de 2020

ASÍ DEJARON MORIR A PLUTARCO - Por Javier Pérez Reverte

 


Sabía que algún día iban a morir; así que durante muchos años me fui haciendo con todos. Fue una de las mejores precauciones que adopté en mi vida, porque ahora es imposible reunir la colección completa. Gracias a eso, mientras hoy escribo los veo todos frente a mí, alineados en los estantes de la biblioteca: los 415 volúmenes de un bello color azul oscuro con letras doradas de la Biblioteca Clásica Gredos. 

 El primero es el Alejandro del Pseudo Calístenes; y el último, los libros XV-XVII de la Geografía de Estrabón. Entre uno y otro están los grandes autores griegos y latinos; pero también, y eso hace la colección especialmente estimable, autores y obras menores o marginales, papiros, fragmentos de obras perdidas, inscripciones murales y funerarias. Un material que nunca habría llegado a nosotros sin esa admirable iniciativa editorial. Una extraordinaria reproducción en lengua española del legado escrito del mundo clásico del que procedemos. 

 Fue una aventura magnífica, propuesta en los años 70 a la editorial Gredos por el hoy académico de la Española Carlos García Gual. A él y a unos pocos humanistas y filólogos –Calonge, García Yebra– se debió el empeño, sin parangón en ninguna otra lengua, ni siquiera en inglés. Era buen momento, pues en institutos y universidades actuaba una entusiasta nueva generación de profesores de latín y griego que revitalizaban los estudios clásicos, a quienes podía encargarse traducir y anotar las obras elegidas –doy fe, pues a algunos tuve como profesores–. Editorialmente no era cuestión de ganar dinero, sino de devoción. Certeza intelectual de que se estaba librando una importante batalla; la última, como después se vio, por el gran legado cultural europeo antes de que nos atacase la fiebre enloquecida por la colocación laboral inmediata y la tecnología. 

 Fue la de la Biblioteca Clásica Gredos una lucha larga, tenaz. Tuvo lugar en España y eso la hizo aun más heroica. La colección nació buscando suscriptores, que fueron escasos, y las autoridades educativas y culturales la acogieron con indiferencia. Tampoco las universidades, parceladas, miserables y cainitas hasta en eso, se dieron por enteradas. En Gran Bretaña, en Francia, en Inglaterra, las colecciones de clásicos gozan de respaldo del Estado o de instituciones que las sostienen. Aquí nada hubo para ella: ningún apoyo oficial, ningún sostén. Ni siquiera se recomendó a las bibliotecas, donde sigue sin estar. Aun así, los impulsores resistieron con empeño heroico, arriesgando mucho y con beneficio escaso que apenas daba para continuar. Prolongando el milagro durante más de tres décadas. El catálogo, para quien puede disfrutar de él, es impresionante: Homero, Virgilio, Cicerón, Jenofonte, Polibio, Plauto y todos los grandes, pero también Lactancio, Zósimo, Dioscórides, Columela, textos de magia en papiros, himnos órficos, epigramas funerarios griegos… Sumergirse en sus volúmenes es un festín de humanidades único en las lenguas cultas. Ninguno tan ambicioso y tan completo. 

 Sin embargo, como digo, ese prodigio murió. Empezó a hacerlo cuando, asfixiada económicamente, Gredos fue adquirida por la editorial RBA, pasando de manos de humanistas a manos mercantiles; a una empresa que sólo atiende, como es lógico, al beneficio comercial. La consecuencia fue la extinción de los viejos objetivos y un planteamiento nuevo: mantener los títulos y autores más conocidos, unos 150 de los 415 del catálogo; los que son rentables, pero que también pueden encontrarse en otras editoriales. El resto, que daba peso y carácter a la colección, va desapareciendo a medida que se agotan las existencias. Y es ahí donde el Estado español y los sucesivos gobiernos que lo trajinan, esas autoridades que siempre calculan al milímetro la triste ecuación subvenciones/votos –les conviene más una tal Leticia Dolera farfullando incoherencias mientras recibe un Goya que un traductor de Apolonio de Rodas–, perdieron una vez más la ocasión de hacer algo decente: cobijar, defender, salvar, nacionalizar tan excelente patrimonio, garantizando su presente y su futuro. Poniendo a salvo un tesoro fundamental para comprender lo que somos y lo que fuimos; sobre todo cuando los últimos planes escolares y universitarios nos condenan a una peligrosa orfandad humanista. Pero no. Indiferente a la agonía de uno de los más importantes proyectos culturales españoles del siglo XX, ese Estado que nunca está ni se le espera miró para otro lado y una vez más bajó el pulgar. Lo que tampoco sorprende en absoluto: hagan, como acabo yo de hacer, el desolador experimento de poner rostros, nombres y apellidos a los ministros de Educación y de Cultura que ha tenido España en los últimos cuarenta años.

sábado, 4 de julio de 2020

LA CONTROVERTIDA FÍBULA PRENESTINA



En 1887 el arqueólogo Wolfgang Helbig presentaba ante los asombrados miembros del Instituto Alemán en Roma una pequeña pieza de oro, una fíbula de apenas 10 centímetros y medio de longitud, utilizada para sujetar ropajes como las togas. 

 Según aseguraba había sido encontrada en 1871 en la antigua ciudad latina de Palestrina, que las excavaciones arqueológicas databan en el siglo VI a.C. Sin embargo, no explicó que, en realidad no había sido él el autor del descubrimiento. Por el contrario, había adquirido la pieza a Francesco Martinetti, un traficante de antigüedades y conocido falsificador, de reputación ciertamente dudosa.

Cuando esa información se hizo pública, las sospechas de fraude comenzaron a crecer. No ya por la pieza en sí, de hecho se habían encontrados fíbulas parecidas en otras ocasiones, sino porque la de Helbig contenía una inscripción, y de ser auténtica sería la inscripción en latín más antigua hallada hasta entonces (condición que todavía hoy conserva).

Esa inscripción, que está en un latín arcaico de la época etrusca, dataría del siglo VII a.C. y dice: Manios med fhefhaked Numasioi (Manio me hizo para Numerio).

Supuestamente la fíbula apareció en la conocida como tumba Bernardini, que fue excavada en 1876 y no en 1871 como inicialmente afirmó Helbig. Sospechosamente, tampoco fue capaz de indicar en que parte de la tumba se había encontrado o quien lo había hecho. Georg Karo, un arqueólogo contemporáneo de Helbig, aseguró que éste le había confesado que la fíbula fue robada de la tumba, aunque sin precisar más.

 Con todo, la reputación de Helbig fue finalmente suficiente para imponerse a las dudas y, durante un siglo, se dio por válida la autenticidad de la pieza.

 Pero en 1980 la epigrafista Margherita Guarducci publicó un libro en que exponía la teoría de que, aun cuando la fíbula pudiera ser auténtica, la inscripción sería una falsificación de Francesco Martinetti. Es más, este se habría puesto de acuerdo con Helbig para perpetrar el engaño a finales del siglo XIX y de ese modo relanzar las carreras de ambos.

Desde entonces la controversia no ha abandonado a la pieza. En 1999 Massimo Poetto y Giulio Faccheti encontraron en un aríbalo (un tipo de vaso cerámico) una inscripción etrusca del periodo orientalizante (finales del siglo VIII a.C. – siglo VII a.C.) en la que aparece el gentilicio Numasiana. Ello vendría a confirmar la autenticidad del nombre Numaiosi que aparece en la fíbula.

Y en 2011 un equipo de investigadores dirigido por Edilberto Formigli (profesor universitario de Ciencias Aplicadas a los Bienes Culturales) y Daniela Ferro (química del Instituto Italiano para el Estudio de los Materiales Nanoestructurados) realizó nuevos análisis, utilizando las últimas tecnologías.

 Se emplearon microscopios electrónicos y microsondas con rayos X, lo que combinado con los métodos de la química física y los conocimientos sobre las técnicas de orfebrería de los etruscos, les llevaron a concluir que tanto la fíbula como su inscripción son indudablemente auténticas y mucho más antiguas que los 120 años que les atribuyen los partidarios de la teoría de la falsificación.

  La prueba definitiva fueron los análisis físicos y químicos detallados de la superficie entre las muescas de la inscripción, que revelaron la existencia de microcristales de oro, un fenómeno natural que solo se habría podido producir en el curso de los siglos posteriores a la fundición de la fíbula, imposible de replicar por un falsificador del siglo XIX.

La Fíbula Prenestina, hoy por hoy la inscripción en latín más antigua que se conoce, se custodia en el Museo Prehistórico Etnográfico Pigorini, en la plaza Guglielmo Marconi de Roma, y se puede visitar de martes a domingo en horario de 8 de la mañana a 7 de la tarde.




Via: La brújula verde (LBV)

lunes, 4 de mayo de 2020

ANÁLISIS MORFOSINTÁCTICO Y TRADUCCIÓN DE TEXTOS DE SELECTIVIDAD


Análisis morfosintáctico y traducción de un fragmento de 'Guerra de las Galias' de Julio César, que apareció en el examen de Latín de la prueba de acceso a la universidad de Cantabria en junio de 2019 (opción B).

miércoles, 22 de abril de 2020

CURSO DE LATÍN: LATIN ON-LINE


Los cursos de latín de latinonline.es son la forma más fácil y rápida de aprender latín online a través de videotutoriales guiados en tiempo real. Muy recomendables para repasar y consolidar nociones básicas de morfología y sintaxis.

Vide: LATIN ON-LINE

jueves, 19 de marzo de 2020

ACTIVIDADES PARA EL ALUMNADO DE LATÍN I Y GRIEGO I MIENTRAS DURE EL CONFINAMIENTO

Apolo

Estimados alumnos /-as: de Latín I y Griego I: 

Ya sabéis que, siguiendo instrucciones de la Consejería, mientras dure esta encerrona forzosa, las actividades académicas deben continuar en la medida de lo posible, proponiendo al alumnado de forma telemática ejercicios de refuerzo y profundización. 

Os he enviado un correo con instrucciones a vuestra cuenta institucional de educastur.es, pero parece que parte del alumnado tiene problemas para recibir correo con esa cuenta, así que he decidido utilizar también este otro medio para haceros llegar las actividades. 

Pues bien, para el alumnado de Latín I, dado que el examen de la 2ª Evaluación se realizará poco después de que se reanuden las clases, os encargo las siguientes tareas: 
  1. Análisis y traducción del segundo texto de las Unidades 18 a 22 del libro de texto, de las que tendréis que examinaros en cuanto se reanuden las clases. 
  2. Completar la libreta con las traducciones de los textos y ejercicios de la 2º Evaluación. (Unidades 13 a 18), que se deberá entregar el día del examen. 
  3. Realizar la lectura y el trabajo correspondiente a la 2ª Evaluación, para entregar también el día del examen. 
A los alumnos de Griego I les encargo que, además de completar la libreta y realizar la lectura y el trabajo, si no lo han hecho ya, realicen las traducciones y los ejercicios de la Unidad 8: Ο ΚΥΚΛΩΨ del método de Oxford.

Podéis utilizar todos los recursos que os brinda este blog.

Para dudas y aclaraciones podéis utilizar la dirección del departamento: culturaclasica@ies1.com 

Curate ut ualeatis et ΓΕΙΑ ΣΑΣ.