El País.com, 2 de abril de 2013
Una muestra al sureste de Inglaterra expone la pieza en la que se basó la saga de J.R.R Tolkien.
No se lo digan a Frodo Bolsón. Tras tantos esfuerzos para destruirlo, el hobbit podría no aguantar la noticia de que su viaje fue en balde. Porque el anillo del poder en torno al que giran El hobbit y El señor de los anillos, las obras más famosas de J.R.R. Tolkien, existe de verdad y hasta se puede ver. O eso, al menos, sostiene una muestra que se inaugura hoy en The Vyne -una mansión en el sureste de Inglaterra que pertenece al patrimonio británico- y que expone el célebre adorno.
La exposición The Ring Room, creada en colaboración con la Sociedad Tolkien, “cuenta la increíble historia de este anillo, de la tabla romana que lleva una maldición para el hombre que lo robó, y sus conexiones fascinantes con Tolkien”, afirma un comunicado en la página web de The Vyne.
El anillo en cuestión fue encontrado, al parecer, por primera vez por un granjero en 1785 en los alrededores de Silchester, antigua ciudad que fue abandonada en el siglo VII y jamás repoblada y que el diario británico The Guardian define como “uno de los yacimientos romanos más enigmáticos del país". El mismo periódico cuenta que los historiadores creen que el granjero vendió el dorado adorno a la familia Chute, que residía precisamente en The Vyne.
“Senicianus vive bien en Dios” reza la frase en latín que recorre todo el anillo y que Tolkien cambió por aquello tan famoso para los fans de los libros de “un anillo para gobernarlos a todos, un anillo para encontrarlos, un anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas”.
Ni que de una novela de Tolkien se tratara, la historia cuenta también con una maldición. El propio Senicianus debió de perder su precioso tesoro –con perdón de Gollum- cerca de Silchester. De ahí que, a pocas millas de la ciudad, en un lugar llamado La colina del enano, unas décadas más tarde fue hallada una tabla romana en la que un tal Silvianus le contaba al dios Nodens que le habían robado su anillo y le pedía justicia: “A los que llevan el nombre de Senicianus que no les sea concedida salud hasta que devuelvan el anillo al templo de Nodens”.
Cuando el arqueólogo Mortimer Wheeler volvió a excavar en la zona, en 1929, le pidió ayuda a Tolkien, por aquel entonces solo profesor de Oxford, para comprender de qué divinidad se trataba. De ahí que el escritor descubriera la existencia del anillo y toda la historia. De hecho, estuvo investigándola al menos un par de años antes de que, en 1937, publicara El hobbit.
Teniendo en cuenta que siempre se han conocido sobre todo las influencias literarias que condicionaron a Tolkien, "es particularmente fascinante ver la evidencia física del anillo Vyne, con sus conexiones con Tolkien y la inscripción que lo asocia con la maldición”, como relata el doctor Lynn Forest-Hill, de la Fundación Tolkien, a The Guardian.
Via: El País.com
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