Escrita en el siglo II por un joven llamado Apión, natural de un pueblo de Egipto.
Se alistó en el ejército romano en Alejandría y se subió a un gran buque-transporte de tropas, que zarpó rumbo a Italia. El barco pasó por una tremenda tormenta.
Tan pronto como Apión llegó al puerto y le fueron entregados su uniforme militar y su primera paga, fue a hacerse su retrato, que mandó a su familia con la siguiente carta:
Apión a su señor y padre Epimachos:
¡Saludos!
En primer lugar espero que se encuentre bien de salud y que las cosas vayan bien para Vd., para mi hermana y su hija, y para mi hermano. Doy las gracias a Serapis por salvarme la vida cuando, justo al principio, pasé tanto peligro en el mar.
Cuando llegué a Misenum recibí tres monedas de oro del emperador para gastos, y todo me va pero muy bien.
Por favor, señor padre, escriba y cuénteme sobre su salud, luego sobre mis hermanos, y también para que pueda besar su mano por haberme educado bien y en consecuencia pueda esperar una rápida promoción, si los dioses quieren. Dé recuerdos a Capitón y a mi hermano y hermana, y a Serenilla y a mis amigos.
Les envío un pequeño retrato a través de Euktemon.
Mi nombre romano es Antonius Maximus.
La carta original, en griego y con bella letra, no fue escrita por el joven soldado sino por un escriba. Viajó por el muy eficiente correo militar romano y llegó sin incidente todo el camino hasta el pequeño pueblo egípcio donde, ya hace dos mil años, la leyeron el padre del joven y su familia. Después de morir el padre, la carta se perdió entre los trastos de la casa y los arqueólogos la encontraron debajo de las paredes derrumbadas [...]
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¿Me haces el favor de cambiar el enlace de mi artículo "Una carta auténtica de un soldado romano" a la versión española? Muchos que pinchan allí no van a entender inglés. Gracias. Me alegra que haya sido de su interés.
ResponderEliminarIpso facto. Plurimas gratias tibi ago.
ResponderEliminarCura ut ualeas.