Larario en la Casa de Julio Polibio en Pompeya. |
A las divinidades en general hay que mantenerlas contentas y siempre de parte de uno. ¿Cómo? Manteniendo al día las obligaciones del culto, tanto el público como el doméstico. Por lo que respecta al público, ya viene marcado por las instituciones en un calendario plagado de ritos y festividades. Por lo que respecta al doméstico, es responsabilidad de toda la unidad familiar, y del pater familias en particular, asegurar el bienestar de todos a partir del mantenimiento de los debidos deberes religiosos. Para ello, cada domus tiene en el corazón de la casa -el atrio por lo general- un altar donde arde el fuego sagrado y no hay circunstancia vital para la familia que no cuente con la intervención divina y con las ofrendas correspondientes.
Este es el tema que nos ocupa en la siguiente entrada: ¿qué ofrendas se corresponden con los dioses domésticos? ¿vale cualquier cosa? ¿lo que vale para los Lares vale también para los Manes, por poner un ejemplo?
Vayamos por partes. El culto religioso romano está muy, muy reglamentado. No hay lugar para improvisaciones, las normas son las normas y hay que cumplirlas. De lo contrario uno puede enfadar a los dioses y atraerse la desgracia.
Para empezar, el culto doméstico consiste en honrar a los antepasados y a las divinidades tutelares con ofrendas que, por lo general, son incruentas, es decir, no son sacrificios de animales sino ofrendas de tipo “vegetal”. Por otra parte, es una norma universal que dichas ofrendas vegetales han de pertenecer a plantas cultivadas, nunca salvajes, o a productos elaborados por el hombre. El ser humano sabe producir sus propios frutos y alimentos, en su huerto y por su mano, por lo que son alimentos civilizados. Sólo los alimentos que revelan que se ha ‘domesticado’ a la naturaleza son aptos para la ofrenda: cereales, vino, leche, miel… Además, deben ser las mejores piezas, las más jugosas, las más perfectas.
Para continuar, se debe observar a qué divinidad va dirigida la ofrenda y el tipo de celebración o circunstancia que lo propicia.
Los principales dioses domésticos son los Lares, los Penates, el Genio y los Manes. Se les suele encontrar representados en pinturas, pequeños altares, hornacinas o nichos en lugares estratégicos de la casa, como el atrio, el peristilo o las cocinas. [...]
Leer el artículo completo en el excelente Blog: ABEMVS INCENA
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